La entrevista.

La entrevista.

Roberto

15/10/2021

—Empecemos, ¿Qué edad tiene usted?  —Dijo la voz en tono dulce.

—Pero, si ustedes tienen el registro de lo que llevo de vida hasta en segundos; en fin, tengo ciento cinco años cumplidos,  —dije sin disimular mi enfado.

—Veamos un día común; digamos ayer mismo, describa con detalle.  —Sugirió la voz.

—De acuerdo. 

Como cualquier día, abro mis ojos y las imágenes en 3D se encienden instantáneamente y rodean mi entorno, no tengo necesidad de mover ni un dedo, el sistema inteligente detecta mi despertar. 

La reproducción invade mi espacio – y no lo niego – es tan viva la imagen que a veces me confundo con la realidad. Aquellos hologramas de ciencia ficción fueron superados al grado de parecer materializados.

En fin; ayer, igual que todos los días, empecé mi rutina con el habitual:

«Bonito día, tienes muy buen semblante y el escaneo me indica que tu organismo funciona a la perfección». 

«Te recuerdo que hoy no tienes actividad programada hasta dentro de unas horas»,

«Si gustas, puedo ofrecerte música que te permita dormir un poco más, o si prefieres, proyecto algo de tu interés». 

Escucho la voz, a través de aquellas frecuencias que golpean mi tímpano sin necesidad de bocinas y llegan directo a mi cerebro.

—solo proyecta un paisaje otoñal de clima agradable y música de Rachmaninoff, interpretada por Rubinstein, en volumen apenas perceptible. —Dije.

Hago una pausa; doy unos pasos, respiro hondo y me siento en mi reclinable.

—Antes de continuar, quiero expresar algunas cosas.

Sé que la entrevista se ordenó por mi irreverencia ante la tecnología de este mundo que ustedes llaman ideal, y que no me convence. 

Tanta idolatría; me parece un retroceso. 

Es verdad que la tecnología está presente en todo momento y en todo lugar. Los avances son sorprendentes y han facilitado tanto las tareas, que nos ha inutilizado en muchos aspectos.

Cuando se logró detener parte del daño que causamos al planeta en los últimos siglos, ya se habían extinguido un sin número de especies de la fauna. El clima era un caos, la contaminación de ríos y océanos un asco, y la interacción social totalmente desintegrada.

Quiero rememorar esos tiempos alrededor de un aparato radiofónico, donde los integrantes de la familia convivían y cada uno de ellos dejaba volar su imaginación con aquello que escuchaban.  Luego el televisor y tuvo la atención masiva; las puertas de acceso de las casas siempre abiertas de par en par, empezaron a cerrarse para no ser interrumpidos en algún programa televisivo, pero aún existía la unión familiar. Cuando llegó el internet, la comunicación global nos integró con el resto del mundo, pero nos empezó a separar con nuestros más cercanos. Se podía observar a todos los seres humanos más atentos a su dispositivo móvil que a cualquier otra actividad, y cada vez más aislados. Sin darnos cuenta se fue parte de nuestra libertad y nos dejamos absorber y dirigir conforme intereses de terceros sin darnos cuenta.

Los jóvenes se perdían por horas o días  en sus habitaciones inmersos en los video juegos y, por cierto, se expresaban de ellos como si fueran la vida real. También dedicaban horas a escudriñar en las redes sociales, y terminaron atrapados en ellas; recorrieron el mundo virtual para compartir cualquier tontería y esperar a que fuera valorado; mientras más vistas mejor.

Todos tenían a su alcance infinidad de información de todo tipo: falsa o verdadera, poco importaba, si la mayoría la tomaba como cierta debía ser confiable.

¡Tantos no podían estar equivocados!

Las pandemias letales nos envolvieron y se entre abrió la puerta al distanciamiento social.

Nunca imaginé que era solo el inicio de una nueva forma de vida.

El comercio se transformó; ahora todo se adquiría en línea; nos acostumbramos a la compañía virtual; era menos riesgosa y conflictiva. Las relaciones se tenían en línea, sin contacto físico, y siempre atentos a las novedades tecnológicas, adónde quedó la familia, y los amigos a quien abrazar y con quien disfrutar de una amena charla frente a una taza de café.

Se logró fecundar humanos fuera de la matriz y dejó de ser necesario tener relaciones sexuales para fecundar, o satisfacer instintos. Fue tal el aislamiento que la relación de pareja se extinguió.

La humanidad que por siglos presumió de ser un ente social por naturaleza, quedó en el pasado. Terminamos sin compañía física; con excesiva información pero todo en vía remota.

El pensamiento egoísta, con disfraz de respeto a la individualidad nos superó.

Las religiones dejaron de ser guía espiritual.

La humanidad terminó adorando a su bendita tecnología.

Desaparecieron las escuelas de antaño, los comercios de atención personal, los hospitales y todo edificio público.
Muchos años se habló del cambio climático y sus consecuencias en el futuro, pero acciones importantes se tomaron hasta que fue un desastre para la humanidad, Huracanes, maremotos, heladas, sequías; murieron millones antes de que la ciencia y la tecnología, encontrara la ionización controlada y empezó el proceso de restituir nuestra capa de ozono y la atmósfera poco a poco se estabilizó.

Las economías colapsaron, la fractura de la placa de Cocos, nos trajo macro terremotos al grado de modificar la escala de Richter. 

No menosprecio los grandes logros de la ciencia al erradicar el cáncer, la diabetes, el párkinson, la esclerosis, y con la manipulación genética, se logró extender el promedio de vida humana, hasta los ciento veinte años.

Ahora, ni salir al mundo exterior. ¿Para qué?

El trabajo físico está a cargo de robots, y la participación humana por completo en vía remota

El estudio está en casa, el trabajo igual, cualquier cosa que sea necesaria llega a mis manos. Compañeros de vida son virtuales. ¿Hijos? No sé si podría llamarlos así, pues no tengo conocimiento de haberlos concebido, y si existieran, ahora están bajo cuidado de androides y dicen que serán el futuro de la humanidad.

Esa frase ya es trillada y se usaba hace mucho tiempo.

Ahora díganme.

¿Aún quieren que les describa un día de mi insípida vida?

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