Si señores, con casi medio siglo a mis espaldas, sigo soñando como el niño que nunca he dejado de ser, porque los sueños no duermen, no madrugan y no entienden de edades, sino que al final forman parte de todos los cuentos.
Acaso no somos protagonistas de nuestra propia historia sin que ningún calendario tenga que imponernos reglas o que las arrugas del paso de la vida, nos marque el alma… me niego.
Atrás dejo medio siglo, pero mis sueños me quieren llevar a por otro medio siglo más porque atrás dejo una vida para empezar a vivir otra y por supuesto con el mismo espíritu joven que me ha acompañado siempre y que no tengo intención de abandonar.
Cuarenta y… que más da, si tengo el privilegio de poder seguir soñando, como también puedes hacer tu, sin límite de edad, siempre que escuches a tu corazón latir y decirte que la vida es un sueño continuo, donde la realidad duerme en la almohada de los anhelos atemporales que arropan el alma en las noches de pupilas abiertas.
Sí señores, a mis taitantos… sigo soñando porque la vida tiene tantos problemas que es necesario soñar, y perseguir esos sueños hasta donde la realidad marque la frontera, pero sin que los cumpleaños me impidan romper con lo establecido porque quiero seguir adelante.
Los cuentos son historias llenas de imaginación, que sale de lo más profundo del alma, donde las princesas y los duendes viven en los bosques de la esperanza y la ilusión… que nos permite seguir soñando.
Con casi medio siglo encima, esta noche seguiré soñando
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