Corría entre margaritas, amapolas y trigo seco.
Iba tiznada la niña
entre los rastrojos negros.
Huía al sentirse atrapada
del orden establecido
del duro invierno
anhelaba tocar cielo.
Bordeaba los caminos
y los profundos regueros
dejando atrás los arroyos
y en el agua su reflejo.
Iba clara la mañana
y en los ocres soles nuevos
escalando hacia las nubes
lianas de salvamento.
Igual van las gaviotas
que ponen alas al viento,
pesados son los sentires,
que enturbian el pensamiento
y a pesar de su inquietud,
su madre calmó su miedo.
Cada día Margarita imaginaba emprender otros caminos, explorar y escalar..,
El anhelo era descubrir lo que su pequeño cuerpo de niña sentía..,
Allí habitaba pastor de ovejas y nueve hijos pequeños. Les enseñaría a leer y a escribir, descubrirles cosas buenas y aprender otras de ellos.
Partiría cada mañana del verano..,
¿Qué encontraría bajo el refugio de las chozas de sus sueños?
Especiales criaturas para absorber de sus miradas la paz qué llevaban dentro.
.., habían tenido mucha suerte de haber nacido rodeados de animales y en un bosque inmenso.
¿Emprendería algún día un atajo más cierto, cómo este de sentir tanta emoción en cada recodo al impregnarse de naturaleza?
¿Recorrería ilusionada los caminos y guardaría inusitados secretos?
Desde las cucas ventanas..,
Protegida por sus padres..,
a oler flores,
a recoger en su canasto,
jugosos y sabrosos,
frutos silvestres.
Se desviviría por pasear senderos
e inundarse de colores
y de paisajes nuevos,
ver rebaños y cercados,
¡ilusión sería el misterio!
muleta en el camino consciente,
¡tocar estrellas!
al despertar de sus sueños.
Antes que duerme la luna
su luz se hizo patente.
Tesoro bajo luceros
¡mágico hallazgo en sus sueños!
ya no huiría asustada,
ni impaciente,
ni cabizbaja,
ni ausente,
al respirar otros aires
de repente, en el jardín de los sueños brotarían para siempre,
renovados pensamientos.
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