Podría llamarse pedrito, carlitos, julito, pepito, pablito, simoncito o quizá jaimito; pero la verdad es que lo del nombre no importa tanto, pues llámese como se llame, su acción valerosa como plausible, ha sido la que esculpirá, (y ciertamente que la ha esculpido así) todo el fragor de lucha de las clases más envilecidas, de nuestra historia patria de hoy día; por aquellos gobiernos corruptos, que, nos han puesto contra las cuerdas durante tantas décadas, -lamentablemente, plagadas de caos, tragedias, corrupción, podredumbre, asesinatos como injusticia total- cuya fotografía, ciertamente le ha dado y seguirá dándole la vuelta al planeta, tantísimas como innumerables veces; irrigándose a través de su imagen íntegra de firmeza, de solidaridad, tan única como sinigual, porque su transparente mensaje; cálido, callado pero profundamente penetrante, será, para quienes seamos capaces de asumir “su misma valentía”, para darle la lectura correcta, “nuestra pronta liberación vívida como latente”.
Montado en su bicicletita de llantas gruesas, sosteniéndola con su manita zurda, vestido de camisa y jeans azules oscuros, de tenis blancos y empuñando la bandera de Colombia con su manita diestra, alzada a media asta y ondeante frente a la multitud que caminaba hacia él, ejerciendo su protesta pacífica; igualmente, enarbolando más banderas patrias, (amarillo, azul y rojo) la figura gallarda, valiente, inspiradora de éste niño intrépido y arrojado, que no albergaba temor de que la muchedumbre avanzara hacia sí, -pues ni veía ni sentía amenaza alguna posible- arrancó a mi corazón emocionado por la pureza de su airosa figura, ésta proclama de admiración, respeto y complacencia:
“EL NIÑO INTUYE, DESDE SU INTELIGENCIA DE NIÑO, QUE EMPUÑAR LA BANDERA DE COLOMBIA, ES PORQUE COLOMBIA ENTERA ESTÁ RECLAMANDO ALGO QUE ES JUSTO. SU ACCIÓN ES TANTO VALEROSA COMO PLAUSIBLE. ¡¡¡ APLAUSOS, APLAUSOS Y APLAUSOS !!!”. FIN.
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