DE SUS AÑOS SIN PRIMAVERA
Por la confianza ciega nos quebrantamos, excusando lo irreparable, justificando en lo humano, la debilidad de la carne. “Maldito el hombre que confía en el hombre”, ya se había mencionado en -Jeremías-. -Y tú, Lord. Torre, que de ímpetu en muralla senil de etérea enfermedad te escondes, necio...