Compadeciendo su soledad, dejó que cantara su alma , mientras las nubes se perforaban al compás de la idiosincrasia de tan cruel sociedad, solo desde el andén que sería testigos de sus desventuras donde la observaba en puntas de pies, tocando el borde de aquél pedazo de cemento en el lecho de sus labios, su presencia le inspiraba y habla con el corazón sin uso de sus labios, desde el anden sonreía viendo la lluvia y se mojaba a su costado,¡Cuán perfecta era la vida !, su presencia era brillo de estrellas, suspiro sin oxigeno pensamientos sin cabeza, y gritaba una y otra vez en el borde del andén que esperaba su presencia y la ausencia le insistía sentarse junto a el  no había de marcharse por mucho pero no volvería pronto; era su presencia el vuelo de los pétalos de las flores que cubrían el cemento, aquella estadía valía la pena, pensar en su nombre, en su belleza, su mujer murió en ese accidente que acojinó el anden, entre los escombros del auto, la observó marchar, fué una apocope su historia sin tema a contar, el cielo los une en la distancia de lo único y real de amar.         

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