Te espero y ni siquiera sé por qué acudo a la estación de tren. Nada sucedió aquí, nada que tenga que ver con nosotros, contigo y conmigo. Desde el andén observo los trenes pasar y a la gente encaminarse a una nueva vida, o seguir con su rutina. Yo sigo esperando un imposible. No vas a volver pero me aferro a una esperanza sin sentido que me devuelve cada día las ganas de vivir y de seguir luchando. No vas a volver, pero tu recuerdo me arranca unas lágrimas que una vez derramadas me hacen sonreír, porque estúpidamente esas lágrimas me devuelven las fuerzas, como si con ellas se fueran la tristeza y el dolor. Cinco minutos y apenas cuatro lágrimas han bastado para devolverme a la alegría de la vida.

 Me levanto y desde el andén observo la vida a mi alrededor. Espérame vida, ¡allá voy!

Sonrío, porque sé que aún me quedan muchas cosas por vivir, y estés conmigo o no estés pienso vivirlas. Y pienso ser feliz y desgraciada y llorar y reír… Pienso seguir siendo yo.

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