– Debe saber que lo que está diciendo podría llevar a una persona a prisión.
– Estoy completamente seguro. Fue así como ocurrió. Ella estaba sentada esperando al camarero. Le gustaba, ¿sabe usted? Le gustaban todos los hombres, pero los camareros más.
– Entonces fue cuando la otra mujer llegó, la rubia.
– No, ella no apareció hasta el final. Antes apareció el tipo alto con bigote negro. Parecido a usted, aunque era delgado. Él empezó a gritarla. Ella apartó la mirada buscando a alguien. Oí algo como que no estaba dispuesto a soportar sus manías. Creo que se refería a la de los mecheros. No estoy seguro. Tenía tantas; comer solo migas después de….
– No se desvíe. ¿Y la mujer rubia?
– Ya le he dicho que no llegó hasta que todo estaba a punto de acabar. El hombre de bigote negro se marchó después de insultarla otra vez. Ella se quedó sola y encendió un cigarrillo. Bueno, intentó hacerlo. Ya sabe el resto.
– ¿La rubia?
– Sí. Oí lo que dijo justo antes.
– Si estaba dentro del tren. ¿Cómo pudo oírlo?
– No, yo estaba fuera. Usted estaba con ella. Les vi desde el andén.
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