Desde el anden vimos pasar trenes de mercancías y de pasajeros, cargados con ilusiones de mucha gente, que se arriesgaron, a veces en soledad, otras en familia, a partir, de un origen angosto y anodino hacia un destino incierto y esperanzador.

El silbido estridente del revisor nos despertaba de la ensoñación en la que dormitábamos para observar todo lo que acontecía, desde la ventana de la estación con los cristales mojados la mayoría de las veces.

Mirábamos un anden abarrotado de personas que partían en vagones numerados, con grandes baúles o maletas de cartón llenas a medias de pequeñas posesiones y grandes deseos, también necesarios.

El calor humano se evapora del anden a medida que todos corren a refugiarse en los vagones, cargados ahora sí, de personajes variopintos a los que solo se les ve sus cabezas tocadas con sombreros de época, pesados tocados o simples pañuelos anudados en la nuca, dejando tras de sí un frio silencio y un halo de nostalgia en la vieja estación.

……desde el anden vemos marchar locomotoras humeantes pintadas de negro con franjas amarillas,……. pasando de largo……

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