El viento ha despertado junto a mí silenciosamente y estas ganas de no seguir en la cercanía de un adiós, me hacen sentir que tu cuerpo tiene pestillos a la perdición. A través de tus carcajadas hay una parada de cristal, y una ausencia de pasillos armados con fenómenos de poder, que someten mis sentimientos en su propia destrucción.
Aún así en este agujero, las ruedas aceleran a velocidad luz, es aquí cuando sé que debo seguir y vivir.
Que alguna vez fui combatiente, luchando frente a frente, bombardeando con declaraciones el presente… pero, ¿Qué sucede? ¿Por qué los azotes del pasado aún vociferan en mis entrañas?
Quizás sea porque…
Desde el andén, aún tengo herida el alma.
Desde el andén, aún gira el mundo y yo me siento extraña.
Desde el andén, aún tengo las manos escarchadas.
¡Tenían razón! ¡Soy como un espectro y nadie hace nada!
¡Esos testigos son el horizonte de mis desgracias! ¡Allí en cada mampara se esconden sus ángeles y falsas palabras!… palabras cómplices de la frialdad del alma, que después de seis meses se han estacionado en estas barandas y en estas frazadas.
¡Pero tranquila!
No pasa nada, sólo es una mala temporada.
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