No quedaban libros sin consultar en su Bufete de Abogados. Su inquietud y su tesón le habían llevado a empaparse de páginas web y otras publicaciones, para resolver aquel caso que, irremediablemente iría a juicio, si perdía la dura batalla de defender a su víctima,- para él-, muy especial.
Sólo, un conjunto de pequeños relatos llenos gran sensibilidad y exquisita delicadeza que esta encantadora joven había ido tejiendo desde el andén de la estación. Entre sordos chillidos de frenos y graves voces de megafonía, se inspiraban sus agudas historias de amor.
Tras aquel escenario se produjeron los hechos tan cotidianos y tan reales: un hombre y una mujer despidiéndose ante miles de personas que deambulaban esperando su tren. Un tren, que terminaría su recorrido ante el cadáver del amante postrado sobre la vía.
Aquella dama había convertido al abogado en una esponja de emociones que cuidadosamente surgían al leer sus tiernas y sensuales palabras, la única prueba de su inmaculada inocencia, y de su extraña desaparición…
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