Desde el andén podía contemplar toda la estación, esa noche sin el bullicio habitual. El reloj marcaba las nueve menos veinte desde hacía ya unos minutos, imperturbable. El silencio invadía la estación, sólo roto por el sonido de una sirena lejana. No comprendía que ocurría, él sólo esperaba el amor que llegaría a aquel andén vacío.

De repente, sin saber porque, una lágrima le sorprendió deslizándose suavemente por su mejilla dejando el rastro que seguirían las demás. Lentamente cerró sus ojos llenos de tristeza. En ese momento supo que el sol se había puesto definitivamente en su vida y nunca más vería amanecer. 

El reloj seguía marcando las nueve menos veinte. Sabía que no debía esperar más. Saltó a la vía del tren dirigiéndose a buscar a su amor, sabiendo que no lo encontraría.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus