Enciendo otro cigarro mientras veo perderse las vías. Aún me queda tiempo, repaso mentalmente todo lo que quiero decirle y lo que no, planifico mis gestos, ¿me será difícil o no darle un beso?, ¿podre abrazarla?… Mejor comportarme como el cretino incapaz de expresar nada que fue perdiéndola poco a poco.

¿Qué nos paso?  Fuimos tan felices, lo compartimos todo y de repente el silencio, cubriéndolo todo, apagando las risas, convirtiendo la complicidad en tedio, caricias fingidas, besos obligados, los sueños que anhelamos vivir juntos se perdieron para siempre.

Un segundo…. Vivo en Gran Canaria y aquí no hay tren ni cosa que se le parezca, si ni siquiera fumo ¡¡¡Huy!!! mi novia tiene esa cara, la de: «te hice una pregunta hace diez minutos y sigues perdido en tu mundo, ahora te pondrás a divagar a ver si atinas ¡ay! que hartita me tienes».

Perdón, he vuelto a ser  arrastrado por la imaginación, allí, desde el andén de mis sueños, no he dejado de amarte ni un momento.

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