Sabela apagó el móvil radiante. Era Javier, desde el tren, para comprobar que ya estaba esperándolo. En dos o tres minutos la locomotora entraría en la estación de Santiago de Compostela.

No se imaginaba Javier el notición que le tenía preparado.  24 de julio de 2013.  24 días justos de retraso en su menstruación, y sí,  ¡le acababan de confirmar su tan deseado embarazo!

Javier llegaría  de Madrid todo orgulloso, con un curso más de especialización que añadir a su currículo de médico. Siempre tan responsable y comprometido en su profesión, tendría, a partir de hoy, una razón más para seguir superándose.  

El sol, en su camino hacia el ocaso, se desembarazó de una nube para sonreír a Sabela.  Todo le sonreía, igual que sonreía ella. Al día siguiente, con la ciudad vestida de fiesta, empezaban sus vacaciones. Desconectada de los objetivos de productividad de la empresa, iba a tener tres semanas enteras para imaginar con Javier la forma de la vida nueva llevaba dentro.

Desde el andén escudriñó ansiosamente feliz la madeja de vías entrelazadas por una de las cuales esperaba descubrir, de un segundo a otro, el morro puntiagudo de la locomotora del AVE…   

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