Todos los días estoy solo.Mi madre se va a trabajar y regresa muy tarde, ya casi noche. Yo estoy con la abuela  y ella me permite hacer lo que quiera. En esta cuadra no hay otros niños de cuatro años como yo. Por eso salgo a la calle  en la mañana con mi tabla, y me monto en ella, hago piruetas, me agacho, salto y me deslizo por estas calles laberínticas como dice mamá. Me gusta mi tabla porque puedo hacer figuras en el asfalto, puedo ver mi sombra jugueteando en el piso y puedo oír a mi abuela cuando me dice desde el andén que tenga cuidado porque pasa una bicicleta y me tumba. Por aquí no pasan carros porque estas calles son estrechas y enredadas. Por eso no conozco otro barrio, pues nunca he encontrado una sola salida. A veces pongo un espejo delante de mi cara y veo como atrás, mientras me deslizo en la tabla, se van tragando las calles. Mejor no me preocupo y sigo todos los días con mi tabla, jugando con mi sombra, mirando mi espejo y leyendo el grafiti de una de las paredes de la calle donde siempre leo: 

                             LOS VIAJES.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus