El tiempo, que pasaba firme y uniformado por delante de todos los que allí esperábamos, se paró cuando apareciste después de tantos años y me saludaste, dulce y serena, desde el andén opuesto.
El tiempo, que pasaba firme y uniformado por delante de todos los que allí esperábamos, se paró cuando apareciste después de tantos años y me saludaste, dulce y serena, desde el andén opuesto.
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