Surgen las dudas, te cuestionas si verdaderamente merece la pena vivir en falso, la voz alzada te lastima, el culpable no atribuye su culpa y yo, sin tenerla, la asumo, el sosiego y la tranquilidad desaparecen, mi dignidad me suplica retirada.

   Es entonces cuando decido tomar aquel tren, ese que dicen que pasa una sola vez, e intentar evadirme de lo inminente. Escuché las plegarias de mis amigos, los suyos, «desde el andén» lo veían con otra perspectiva.

   No quiero mirar atrás, si caigo en la tentación, la melancolía hará de las suyas y recordaré tantos momentos…donde aún éramos dos, un pequeño duende merodeaba por cada rincón, un susurro al oído, una tierna caricia, la realidad de un sueño que sin saber cómo ni por qué, fue perdiendo fuerzas, el amor se desvaneció, el respeto desapareció agotando toda posibilidad de reconquista. La soledad se abre paso, se acomoda y la ausencia de lucha, anula todo aquello que juntos anhelábamos.

   Ahora, con el paso del tiempo, sé que tomé la decisión correcta, aprender a valorarte es mucho… Dejaré que me sorprenda de nuevo ese duende, que entre despacito, de puntillas, esta vez será él quien se acomode…por qué no…

   

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