Andear convirtió la espera impaciente en paciente espera. Camina reflexionando tranquila, lenta y fuera de ella. No necesita medir el tiempo, ni este le incomoda o la apresura. En su mano baila entre los dedos el billete de la tarde: de tarificación especial, sin recargo y sin retrasos. Y desde el anden, sobre el anden y hacia otro anden se dirige en el momento exacto, desde la vida, en la vida. contra la vida y  para otra vida. Como un destello, en un destello sale al encuentro sin tardanza ni olvido y ejecuta o acata según interese, la orden de su superior en  jerarquía con quien negocia invariablemente, desde la calma.
Cae el billete de tren entre las vías. Impreso como un crespón negro, el horario exacto: tres kilómetros antes de la estación. Como siempre fiel, segura, condecorada y llena de curvas, «la prisa» trabaja con calma para llevarse rápidamente lo que la muerte espera.   
Desde el anden de un pueblo sin estación, la solidaridad llega sin billete.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus