Se sorprendió al comprobar su parecido con el director del banco donde entró aquella mañana. Únicas diferencias: tenía bigote y el pelo oscuro.
Ramiro, lo estaba pasando francamente mal por la crisis. Los acreedores le dieron un plazo concluyente.
Varias noches de insomnio, al borde de la desesperación, le dieron la idea. Se dejó bigote y se tiñó las canas, fue impactante, ¡era su doble!
Un día aprovechando la ausencia de éste, con valor y ocultándose bajo un pasamontañas, cogió un arma, entró en el banco, y amenazando a todos, hizo que le entregaran el dinero. Hubo un momento que fingió sentirse mal y apartó el pasamontañas dejando ver su rostro por un instante; un susurro unánime se oyó en la sala: ¡Don Luis!
Titulares: “Un banco es atracado por su Director”
No lejos de allí, un hombre cantaba bajo la ducha, mientras rasuraba su bigote y desteñía sus canas.
Pocas horas después, emprendía un viaje sin retorno; desde el Andén llamó a sus acreedores para comunicarles los ingresos realizados para saldar sus deudas. Guardó su móvil, cogió su equipaje y con una sonrisa subió al tres.
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