Abro los ojos con sobresalto, una señora presurosa me ha golpeado con su bolso, volteo con enojo, ya estaba soñando. Tanto ruido y aun así te soñé y extrañé.
¡Jamás había visto algo semejante! Estación a estación, contemplé todo un mar de emociones, algunas atrás, vi la despedida más triste, una mujer diciendo adiós a sus dos hijos pequeños, alzaban sus manos como queriéndola alcanzar, por eso tengo este pañuelo del hombre que recién bajó. Hace dos estaciones una mujer gorda se cayó hacia atrás, parecía tortuga tratando de levantarse, pese a las miradas de desaprobación, me carcajeé… eso y más, cual teatro popular.
Ahora se acerca la mía, y el miedo vuelve, ¿Ha cambiado algo entre nosotros? ¿Será el inicio de un cuento de hadas? O sólo…
Tengo que bajar antes de seguir pensando, busco, busco hasta que todo oscurece.
– Te vi desde el andén. Te ves hermosa – dices dulcemente retirando tus manos.
Me giro y el reencuentro nos funde en un beso, te abrazo y desde mi lugar veo una cara emocionada al punto de las lágrimas, nos vio y algo recordó, y me di cuenta, ahora yo formo parte de este teatro de emociones, típico…
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