Jeraldin Lärson de Norwich (Inglaterra), mecanógrafa, tiene treinta años y es alérgica al amor. No es huraña, antipática, ni se trata de una pose. Sencillamente es una extraña enfermedad que ha sido valorada por los mejores especialistas de Inglaterra, sin encontrar solución alguna. Basta que un enamorado la roce para que, de inmediato, tenga su rostro cubierto de feísimas manchas.
En cuatro ocasiones ha creído estar cerca del amor, de su misterio, de vagar por las calles y creer y dudar y pensar que estaba cerca del amor. Pero en cuatro ocasiones fue rozada y entonces todo su rostro se llenó de feas ronchas. Ansiaba la caricia, libre de alergias, de una segunda cita. Pero entonces todo el cuadro se repetía inevitablemente.
Ahora Jeraldin Lärson de Norwich (Inglaterra) prefiere asomarse al anden del amor pero sin coger ningún tren que pase. Las caricias por su cuerpo son escasas pero libres de pruritos. Jeraldin se tumba desnuda todos los domingos en su cama y mecanografía con sus dedos lugares recónditos hasta encontrar la tecla exacta donde su piel se eriza finalmente.
Después de todo ha aprendido a disfrutar de esta dulce homeopatía, de solitario amor hipoalergénico.
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