Desde el andén, Jessie, miraba con nerviosismo las vías vacías de la estación. Era como observar un juguete roto o un complejo ordenador con sus tripas de metal de desperdigadas por el suelo.Siempre que esperaba a alguien en la estación sucedía lo mismo; un ligero mareo se instalaba en su cabeza. Ella en su bolsillo jugueteaba con un anillo para tranquilizarse… sin demasiado éxito. Su respiración era mas rápida y se alejó unos pasos del borde del andén, ya que, hoy tenia que luchar con esa extraña sensación más que nunca, el impulso autodestructivo se mitigó un poco y ella pensó «Hoy va a ser un gran día».

Sus amigos más íntimos le habían dicho que no fuese, que se evitase ese mal trago. Pero ella les comentaba que esta vez era especial. Debía ir.

De repente un ligero temblor anunció la llegada de los trenes. Las puertas de salida se abrieron y una marea de gente se derramó por el andén… Jessie sintió una profunda sensación de sosiego al verlo buscándola entre la gente. Ella lo abrazó por detrás y el se giro para besarla. Jessie pensó «Todo saldrá bien tenemos todo el tiempo del mundo»

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