Acostumbrada a la locomoción pública, al auto, me olvide por completo del sonido y la placidez que se siente dentro del tren en movimiento. Hasta que me toco trasladarme a esos sectores donde no llega la micro, y me vi obligada a tomar el tren, y desde el andén, cavile en mis pensamientos, y recordé mis días allende, cuando la familia estaba completa, y se respiraba un aire de paz. Salir de la ciudad, con su carga de ruido, al bálsamo del paisaje y tranquilidad del campo, me hizo añorar esos días pasados, y ahora ves que tengo oportunidad, vuelvo a la estación, aperada con un buen libro, sentada en el andén, a esperar el próximo carro, fue mágico volver a viajar en tren.
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