Al otro lado del andén

Cada día, cada tarde al caer el sol, y justo antes de que las luces de la ciudad se enciendan, te veo. Sentado, en el mismo banco,a la misma hora. Y cada día me siento frente a ti, al otro lado del anden, sabiendo que un minuto mas tarde, la ferocidad abrupta de los trenes,  solo dejaran tras de si el banco vacío, y mi mirada perdida.

Y cada noche vuelvo a ese instante en el que me siento y te miro, durante los pocos segundos que me conceden las bestias ferroviarias, antes de hacerte desaparecer. Esperando una mirada, un gesto, un puente de esperanza, que me haga cruzar esas dos vías llenas de inseguridad que me mantienen al otro lado, atenazada y sola. Cada noche esculpiendo en mi mente cada línea de tu cara, con ese traje negro y sobrio, compitiendo con los mil colores de tus cientos de corbatas. Cada noche esperando tu mirada, y jamás lo había visto. Nunca me dí cuenta. Estaba tan absorta mirándote, que no vi más allá. Hasta aquel día que el tren freno antes de tiempo, y te vi ponerte en pie, y pude ver al compañero que suplía a tus ojos