A veces… cuando amaso mis insomnias de paso trunco, cuando arrastro mis pesares de terreno sofocado, cuando insulto a mis fantasmas por no compadecerme, a veces… A veces cuando caigo, a veces cuando peno… me sobreviene ¡y le animo! Chamuscado pero vivo, a veces… mi recuerdo del andén ¡Sentido andén! Que no te conocí, pero que mi padre te tejió para mí ¡Así! A puro cuento de a retazos mendigado en las sobremesas de invierno ¡Así te descubrí! En los pliegues de esos brazos de maquinista que, cuando me cargaban, olían a locomotora ¡Así te iluminé! Con cielos y pregones de segunda mano, pero como si hubiese estado en primera fila ¡Así te consentí! Y allí te acuartelé. No a sabiendas ¡por supuesto! No a presuntas, pero ¡te acuartelé! Como, acaso ¡si intuyera! de las veces tantas todas que necesitaría de volver… al recuerdo amarillento del andén. Para verme, paradito, como ayer… naciente, erguido, supurante de vida ¡soñante! Sonriente… sereno y tranquilo, ancho y paciente… Desde el andén ¡plantado! me le atrevo la mirada toda al horizonte inconmensurable, porque de su mano siempre hay un camino que conduce a alguna parte ¡y me reinvento! 

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus