Ahora me siento tan sola, enfrentada la niña inquieta y curiosa que fui, a este yo que se recompone. Quizá se produzca el reencuentro y me reconozca viva.
Ser consecuente con unos valores vitales define al ser humano en el que creo, aquel que empatiza y se solidariza con los demás. Tomar decisiones meditadas que construyan y hagan avanzar, sin egoísmos ni superficialidad demuestra una profundidad de corazón que, tristemente, se antoja rara joya. Tener la fuerza y el valor de afrontar las consecuencias de esas decisiones forma parte de la responsabilidad de la persona que ha forjado su carácter en base a esos valores vitales imprescindibles. ¡Mente y alma creando un corazón grande…!
Pero me siento tan sola cuando hablo sola, aquí, mirando desde el andén, como me ignoran y se marchan.
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