He recibido un balazo en la frente, aquí estoy tirado sobre el andén. Mi cabeza ensangrentada yace sobre el suelo caliente, y más allá mis piernas las cuales parecen desprenderse de mi cuerpo. Soy una masa inerte en este momento, desde el andén oigo gritos, pasos apresurados. Mi verdugo se llevo mi celular. El asombro ha desaparecido de esta ciudad donde la violencia ha hecho metástasis.

En los últimos días muchos han saltado a las vías del metro, ellos buscaban la muerte y la encontraron en medio de la desesperación; pero yo solo quería ir a una entrevista de trabajo. Esta mañana me levanté muy animado, aunque no es seguro de que quedara con el empleo era una oportunidad en medio de tantos intentos fallidos. Mi esposa espera con ansiedad que Dios me bendiga con el adeudo; me dio un beso en la frente justo donde ahora reposa la bala y me despedí de mi hija de dos años con un besito en la frente; donde espero que nunca repose una bala. Seguía dormida y quiero que siga dormida.  La sangre es escandalosa decía mi madre, no es escandalosa; es abundante. Tenemos tanta dentro de nosotros y ahora lo compruebo.

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