Todo ha terminado en un abrir y cerrar de ojos. Todas las ilusiones y esperanzas puestas, sólo han servido para alimentar un mito a los ojos de toda mujer.  El escenario que preparé con tanto esmero, ahora me parece vanal, estúpido, una artimaña para levantar la estima de este dolor. Disimulo mis lágrimas. Estoy temblando y no lo puedo controlar. Dicen que se vuelve mejor con el tiempo pero no me lo creo, aún así, algo dentro de mí me dice que lo volveré a hacer. Desde el andén de mi propia vida, le digo adiós a una niña agarrada a su mantita, mi preferida para dormir. Lo miro a él, y por lo menos, no me arrepiento, creo que hemos hecho el ridículo a partes iguales.  Sonrio. Acaricio su pecho con las puntas de mis dedos y pienso: bienvenida a tu primer encuentro sexual, Helena.

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