La decisión

Ella corre tras él tirando de una maleta, oye sus chillidos metiendo  prisa y éstos, junto al peso que arrastra, tienen el efecto de impedirla avanzar todo lo rápido que desearía. El esfuerzo por agradar  y no provocar su cólera durante aquellos días de vacaciones se ha malogrado, en un momento, por ese atasco que casi consigue hacerles perder el tren y, que ha vuelto a desencadenar la retahíla de ofensas cotidianas.

Por fin, él sube al tren cuando ya se anuncia  su partida, unos segundos después ella se dispone a seguirlo. Sin embargo, de pronto, se detiene y permanece en pie a solo unos pasos de la puerta del vagón, la mirada fija en él  con una mezcla de miedo y determinación en sus ojos. Sigue  escuchando sus gritos hasta que las puertas se cierran y el tren se pone en marcha. Después, poco a poco, solo escucha el murmullo de la estación y los latidos de su corazón que parece fuera a salirse del pecho y, desde el andén, ve como el tren va alejándose hasta desaparecer.

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