No pudo menos,ni más,que acariciarle la cabeza cuando al llegar cansado hacia ella,esa mañana con niebla,se detuvo ante su mirada híbrida de esperanza y abandono.Ella no lo esperaba.Ella esperaba a alguien que prometió llegar y no llegó.
Aunque la ineludible soledad desde el andén le notificaba una realidad inesperada,él,el no esperado le anticipaba el comienzo de un recorrido acompañada.Este nuevo compañero no la abandonaría jamás;sólo la muerte,o tal vez ni ésta,los separaría.
Y el registro interno del crujir de tripas de ambos,que se hizo audible,fue el único estímulo intrínseco que los movilizó.Y cayendo ya la noche caminaron juntos hacia el puesto de comidas rápidas.
I Convocatoria: microrrelatos para el andén
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