Desde el andén sigo esperando, no llegan las noticias y aun así, te sigo esperando. Escalofríos, miedo, anhelo de tus encantos. Noche, cerrada y fría de invierno. Sí, la cual mina mis esperanzas, compartir ilusión, sinceridad. Me duermo y casi disfruto de ello, aunque hace tiempo mis sueños ya no son fantásticos, son vulgares.

Me siento incomodo últimamente para conseguir el sueño, morir, la noche me atrapa, la misma postura ante la vida y en la cama, pedir tanto, no callar, ser sencillo, mediocre y saberlo. La ciencia ficción ya lo adelantaba, como lo adelantaban los libros de los visionarios que jugando con el pensamiento nos sujetan a creencias ignoradas hasta por sus predicadores. Y ahora dudo, me levanto de mala idea, haciendo ello posible agarrarme a las ofertas de la vida, consumiendo oxígeno, ensuciando el agua.

Te sigo viendo igual de cómo eras, pedante a lo mejor. Yo veo navego por internet, lo sé todo y no mancho, sin arriesgar. Pero lo envidio tanto que volando me veo, a lo mejor así en la oscuridad, el roce de tus alas acaricie mi rostro y al estornudar me despierte asiéndote por la cintura, horizonte no muy cercano de mi cordura.

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