Durante mi última visita a Madrid decidí acercarme a la Estación del Norte, también conocida como Principe Pío. Son muchos y bellos los recuerdos que conservo de este lugar. Una intensa emoción me embargó según me iba aproximando a la Estación.

Cuando llegué apenas la reconocí … Pero en aquel momento los recuerdos de un pasado lejano acudieron repentinamente a mi memoria. Ante mi desfilaron imágenes, acompañadas de sonidos mecánicos, suspiros, conversaciones entrecortadas … que iban y venían en un movimiento vertiginoso; una de ellas se perfiló con gran nitidez, la de la última despedida de Luis.

Siento como si fuera ayer, la calidez de sus besos, el aroma embriagador de su piel, la intensidad de su último abrazo, y la inmensa tristeza que sentí cuando se alejó paulatinamente la Serpiente de Acero.

Desde el andén ansiosa buscaba su rostro, su sonrisa, el gesto de su mano al despedirse; quería grabar su imagen dentro de mi, pero las lágrimas, que suavemente se deslizaban por mis mejillas, empezaron a tejer un velo dorado de este recuerdo dificultandonme la visión. La conexión con aquel ser querido quedó enraizada en el velo dorado tejido en la madrileña Estación del Norte.

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