La vida. A veces tan efímera. Se escapa de las manos a cada segundo. Lentamente. Sin que puedas hacer nada. Solo ser un simple espectador de tu propio camino hasta la muerte. Vivir duele. Te aferras a personas que en realidad no te aman. Te aferras a cosas que no te pertenecen. Y lloras tratando de conciliar el sueño, esperando que el mañana no llegue. No se decide el día en que se nace. No te dan la opción de decidir si quieres o no nacer. No se decide el día en que se muere. Bueno, no siempre.
El día es hoy. 20 de Abril. El día en que lo conocí y paradójicamente el día en que le dije adiós. No podía escoger una mejor fecha. La mañana de hoy me pareció diferente, a pesar de las lágrimas en la almohada que nunca faltan. Ahora mi cama ya no será ocupada, ya no será el lugar propicio para llorar. Mis temores se irán así como mis culpas y mis rencores. Por fin podré ser libre. Estoy aquí, desde el andén, repasando mi vida mientras llega el tren. Esperando el momento justo para saltar hacia mi muerte.
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