Desde el andén, mi mirada recorría la estación, hice lucir mi habilidad con el detalle, para retratar con la vista los vestigios que sutilmente delataban las características de aquel momento que los originó. Imponente la estatua “Italia y Suiza”, de Margherita Toppi, dos mujeres muy juntas en señal de hermandad.
Desde el acceso al andén 1, vislumbro a “El emigrante”, Pietro Chiesa, me recordó a Gerbasi , «Venimos de la noche y hacia la noche vamos”, metáfora disiente de una verdad incuestionable.
“Chiasso capolinea – tutti scendono”, se escucha a través de los megáfonos. Es la estación última de este tren regional. Todos los pasajeros se apresuran en bajar del tren. Desde el andén puedo divisar a un joven inmigrante de tez oscura, estaba nervioso, con una expresión pávida en su rostro, ha sido detenido y conducido al puesto de control.
¿Su delito? Mitigar el hambre convertido en “obra de mano barata” en algún lugar que le garantice un mendrugo de pan. De nuevo recordé a “Mi padre el inmigrante”. “Yo vengo… donde el pan ha dejado de ser para los hombres. ¡Ampárame, oh tierra maravillosa!».Volví mi mirada hacía él y sentí que le llegó mi abrazo de bienvenida.
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