Sin memoria, la mente en blanco, intentando recordar…

Con pasos lentos, cansados, cortos y torpes, mirando al suelo, intentando ver algo que me hable, que me diga donde estoy, quien soy, algo que me recordara…

Es un suelo frío, pulido por quienes  lo pisaron antes, estoy sola, solo una espesa niebla tapándolo todo como una cortina tupida que quisiera separarme del resto del mundo.

Giro, vuelvo sobre mis pasos, sigo intentándolo, es difícil, me agota, me agobia, pero tengo que seguir intentándolo.

A lo lejos un ruido sordo, un estruendo se hace dueño de mi alma, se acerca, el suelo tiembla y a la vez mi alma, la niebla parece empezar a difuminarse, a la vez, es como si quisiera empezar a recordar, Olga, si ese es mi nombre, un frío aterrador me envuelve, un mal presagio se apodera de mi piel haciéndola estremecerse, un sentimiento profundo de tristeza me embarga.

Un chirrido metálico y estridente retumba a unos metros de donde estoy, aparece a través de la niebla una máquina negra, como su destino, y recuerdo, me bajé del tren de mi vida, y ahora, desde el andén, veo llegar el tren de mi último destino.

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