En un andén del tren ligero, comenzó la amistad de dos perfectos desconocidos. «tienes un cigarrillo». Fue lo primero que uno de ellos dijo; importándoles poco el anuncio de «No Fumar». El otro esbozo una sonrisa, al momento que sacaba una cajetilla de la bolsa derecha de su pantalón. Ahí comenzó su amistad. De un cigarrillo siguieron pláticas que terminaban cuando el tren llegaba. Con el paso del tiempo, el andén solamente era un punto de reunión; llevaban la plática a algún bar, donde veían el fútbol en la pantalla de plasma, bebiendo cerveza. 

Hasta que llego el momento en que dejaron de frecuentarse, porque uno de ellos se había casado; las reuniones se fueron haciendo menos y lo único que los mantenía unidos eran los mensajes de celular. Esa se convirtió en su nueva forma de charlar. Hasta que una mañana de Junio, el soltero, no despertó. Su corazón había renunciado. El otro desconocido al enterarse fue al andén donde todo comenzó; una gota de nostalgia rodó por su mejilla. Tomo la mano de su hijo, abordo el tren ligero y se dirigió al funeral. Volvió a ser un solitario desconocido que extraña desde el anden a su amigo.    

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