Sentada en la barandilla del puente, su mente absorta en otro lugar, no veía los gestos que le dedicaba aquel chico desde el andén. Ni por un momento notó la presencia de ese hombre detrás de ella, ni siquiera oyó los susurros que la amenazaban.

El recuerdo de la noche anterior borró toda percepción del presente, todavía estaba en el momento que él le dijo que marchaba, que a primera hora debía coger el tren, que no quería que lo acompañara, que no quería verla llorar, fue un cobarde y como tal desapareció, en ese momento en su mente se crearon imágenes dantescas, ella en la vía, sin vida, el tren parado, los viajeros asomados a las ventanillas con cara de asombro, susto y asco. Entre ellos, él, mirando al suelo mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

Eso no iba a pasar, iría a ver el tren de la huida  y con una sonrisa en la cara, desde el puente le diría adiós.

Unos gritos la volvieron al presente. ¿Qué decían?, ¿Detrás? Y sin tiempo a volverse notó unas manos que la empujaban, mientras caía vio venir el tren y fue consciente de lo que iba a pasar. 

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