El nieto se le había caído al pozo. No, el pozo no tenía agua potable para el nieto y el nieto tenía una enfermedad de las tripas o el yerno se había quedado sin subsidio. Desde el andén, pienso si tirarme por el pozo. El vendedor y la vendedora de pañuelos de papel, dicen que han jugado al póker con su hija los servicios sociales pero ellos tienen ases en la manga, en la que esconden los pañuelos. Que les han quitado la custodia, yo también lo haría. Si fuera la niña incluso saldría corriendo a aplaudir, desde el andén, cómo se llevan a mis padres del interior de los vagones. Me falta el aire y los centímetros. Desde el andén, todavía se oye la marcha infernal de acordeón y trompeta atropellando los oídos como una serenata de alta velocidad. Imprescindible mucho papel de celofán y cinta adhesiva para atar la batería del rumano a la carretilla del rumano para que el acordeón y las trompetas atropellen a gran velocidad mis pensamientos. Desde el andén, en la estación de Algeciras húmeda, maldigo por fin el Metro de Madrid de Vodafón-Sol a Hospital Infanta Sofía:

Final de trayecto.  

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