Atrapada en el andén

Atrapada en el andén

Almudena Villalba

26/07/2013

Llego a la estación que me lleva cada día al infierno. Convivo con un diablo sin cuernos que él percibe imaginarios. Ya no siento dolor, ni asco al oler su pestilente aliento ahogado en whisky o cuando escupe su veneno  dentro de mí. Ese monstruo se ha tragado mi alma. El frío de la suya ha helado mi corazón, imposible derretirlo con el aliento de mi amor. Quiero escapar de ese infierno. Observo a la gente que espera el tren. Desde el andén de enfrente, una anciana me saluda, ajena a mi triste colofón. Aunque no la reconozco, respondo al gesto con una tímida sonrisa. Está diciendo algo que no consigo oír… Me aproximo al borde y noto un balanceo, un sonido chirriante y después, la oscuridad…Una fuerza invisible me  transporta junto a la anciana. Los ojos me permiten ver lo que mi mente no quiere: un cuerpo inerte tirado en la vía. Descubro con horror que se trata del mío. Ella me mira con ojos extrañamente familiares y dice:

―Debes elegir entre cambiar de anden o quedarte atrapada en la estación esperando…

Decidí cruzar al otro lado y, varias décadas después, reconocí a la anciana reflejada en el espejo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus