
Un hogar, un olor, una seña de identidad.
Cuando entro a mi hogar me gusta sentirme bienvenida, me gusta sentirme abrazada, arropada por un lugar familiar, un lugar que invita a quedarse y a sentirse en paz.
En ocasiones me he encontrado hogares sin una personalidad propia, sin todavía conocerse por dentro. A menudo encuentro hogares con aromas que me resultan familiares y enseguida reconozco olores que suenan en mi mente. Cuando ésto sucede miro a mi alrededor e intento percibir ésos aromas con más sentidos. No es difícil encontrar la explicación, enseguida veo un aparato familiar, o escucho un incómodo y tenue silbido y entiendo qué me era tan familiar. De echo, en cualquier momento volveré a ver un anuncio publicitario de dicho ambientador al encender el televisor.
Pero en ocasiones, encuentro hogares que huelen distinto, que desprenden un aroma suave, amable, natural. Y es ahí cuando me encuentro por fin, con vosotras: las flores.
Vosotras no necesitáis una máquina, ni un silbido, ni un anuncio en una gran pantalla.
Vosotras sólo necesitáis que os veamos y os sintamos, que os podemos, que os cuidemos y coloquemos en un jarrón, en un lugar con agua y con encanto. No hay máquinas a vuestro alrededor, sólo hay unas manos amables y un hogar donde aportar alegría, personalidad y un perfume único y natural.
Ummmm ….. Coged aire, hinchad vuestros pulmones y sentir la libertad de un lugar sereno. Eso es lo más reconfortante al llegar a un hogar. Y el vuestro, queridas flores, es el trabajo más bonito del mundo: Vuestro perfume es el mejor regalo para un día difícil. Llegar a casa y sentir vuestro perfume consigue un gran trabajo: convertir una casa en un hogar.
Gracias por vuestro perfume, gracias por conseguirlo de forma natural. Gracias por hacer sentirme bien en mi hogar.
 
         El perfume
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 Historias del trabajo 5
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