UNA HISTORIA ABSURDA

La situación en mi país nunca ha sido la más conveniente y, no me quejo, hay muchas oportunidades, creo, solo que aún… no me he topado con ellas.

Hace años cuando la tierra fue forjada y sembrada, antes de que el hombre fuera puesto aqui para ultrajar a la naturaleza. El hacedor del mundo habló a sus criaturas humanas y les dio dones en la Palma de sus manos, lo que podían sembrar, lo que podían guardar, lo que podían tener.

Sin embargo, en el caos, parte de ello se escapó de entre sus dedos y parte fue robado por otros que corrían para no perder lo que les fue dado.

Cuando los últimos en llegar después del alboroto pudieron acercarse, se habían dado cuenta de que debían tener las palmas juntas y los dedos semi cerrados, los ojos bien abiertos y alerta y, la calma necesaria para alejarse con lo poco que pudieron cargar.

Después se asentaron y observaron sus presentes para poder multiplicarlos con imaginación, sueños y esperanzas. Sin nombre, sin instructivo, sin ningun presedente. Se logró lo imposible. Un milagro, vivir en armonía y unidad común.

Pero, sucedió que al ver el resultado, otros codiciaron su tierra y sus bienes. Idearon la forma de quedarse con lo de los demás.

Así, nació el comercio y la guerra. En un principio con estrategias, trueque, engaños y palabras bonitas; con el tiempo con fichas de cambio piedras, minerales, especias, papeles… que después había que trabajar y juntar para adquirir el verdadero valor de la tierra.

Hoy en día, sigue habiendo caos, las cosas que quiero no las puedo comprar, las cosas que tengo no las puedo pagar… las cosas que necesito no las puedo alcanzar. 

Comenzé a trabajar a los doce años jornadas de ocho horas. Despues, la jornada se extendió a 10 y al tener a mi primer hijo se duplicó sin importar el horario… es lo único que le he heredado. 

Hoy, aun no poseo nada y tengo que correr para alcanzar lo que necesito mientras me persiguen el tiempo, la pobreza, la muerte… 

Supongo que por más que trabaje mis manos seguirán siendo pequeñas. Además debo elegir entre sostener mis sueños y atrapar el porvenir.