El defensor del sistema.

Aquí el que quiere ser pobre es pobre. Lo miraban con risa, otros (la mayoría) con repudio y rechazo. 

¿Cómo? ¿tenemos a un pudiente a un millonario haciendo uso de transporte público? preguntaba con sorna una pasajera aunque su rostro denotaba sublevación y desprecio hacia ese que desniveló los ánimos de los viajantes de aquél vehículo con su afirmación.

¿Se es pobre porque se quiere serlo? la pregunta recorría por cada butaca rozaba los rostros de cansancio de palidez de hambre que asomaba en los hombres y mujeres que apretados unos contra otros viajaban para llegar a trabajos informales explotadores y esclavistas.

Eres un despreciable arribista colonizado mentalmente por este maldito sistema que nos mata y explota con trabajos sólo para sobrevivir. Le espetó, mientras algunos de a pocos se le iban acercando. 

El autobús frenó intempestivamente pues por las calles corrían masas de gente a las puertas de un banco para incendiarlo al enterarse que se había declarado en quiebra desapareciendo (robándose) los ahorros, míseros ahorros, que tras décadas de trabajo a duras penas lograron reunir.

Al ver las primeras llamaradas en la puerta del banco los apilados viajantes gritaban ¡Viva! ¡Bravo! momento que aprovechó el defensor del sistema de este modelo económico terrorista para bajar del vehículo pues ya sentía que hasta el siguiente paradero no llegaba sano y salvo, además él trabajaba como seguridad de esa agencia bancaria que estaba siendo incendiada.

Días más tarde el gobierno anunció que estaba gestionando un rescate financiero para el banco. Claro está que el tal rescate financiero sólo era para el banco no para el dinero ahorrado de miles de trabajadores que lo perdieron todo.

El defensor del sistema no recibió ningún reconocimiento ni ayuda económica por parte del banco por todos los golpes y heridas obtenidos al defender sus instalaciones. Era un trabajador sin ninguna prestación de seguro médico ni siquiera ganaba una remuneración mínima vital al mes.

Fin.