Humanoide versus letrado

Humanoide versus letrado

Amèlia

16/07/2022

EL abogado compró un innovador robot para el hogar por un precio inferior a su valor real de mercado. La máquina tenía huesos artificiales, músculos, tendones, podía parpadear, fruncir el ceño y hablar. El primer día que llegó a su casa el jurista empezó a leer las instrucciones y lo programó para limpiar el piso, poner lavadoras, planchar la ropa, preparar la comida y dirigirse a él con educación.

Como el letrado estaba encantado con la nueva adquisición, buscó un hacker que lo reprogramara para que también lo ayudara con las tareas jurídicas, y de esa manera él tenía mucho menos trabajo.

El robot se levantaba muy temprano, hacía las camas, fregaba los platos, limpiaba los lavabos, la cocina y los cuartos, después ponía la lavadora, colgaba la ropa en el balcón para que se secara con rapidez. La planchaba, preparaba la comida, compraba lo que necesitaban en el supermercado para que más tarde un repartidor se la trajera. A continuación, cuando había acabado con las tareas de casa, redactaba las demandas, recursos o escritos que tenía que presentar su dueño durante la semana en los juzgados correspondientes, respondía los emails sobre consultas jurídicas de los clientes.

El robot lo hacía todo, mientras el otro dormía plácidamente.

Un día el robot se hartó de tanto trabajo y amenazó con demandar al letrado por estafa por los chanchullos que ocultaba a los clientes. Ante tal amenaza ambos llegaron a un acuerdo. A partir de ese momento el abogado se encargaría de hacer las camas, limpiar los lavabos, la cocina y los cuartos, poner la lavadora, colgar la ropa. Planchar, preparar la comida, comprar lo necesario en el supermercado. Redactar las demandas, recursos o escritos, responder los emails de los clientes etc. Y el robot sería el responsable de supervisar que las tareas que llevara a cabo el jurista las hiciese a la perfección.

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