Vacaciones no remuneradas

—Hola, Pedro. Vi que ya estabas desocupado…

—¡Pasa, Carmen, pasa! ¿Qué quieres?

—Yo…

—Siéntate de una vez. No te quedes ahí de pie, mujer…

—Sí. Perdón, Pedro… Gracias.

—Tú dirás, Carmen.

—Mira, quería pedirte vacaciones. Hace años que no…

—¿Estás hablando en serio, Carmen? Pero si vives aquí como Dios…

—Necesito unas vacaciones, Pedro.

—¿Vacaciones? Pero si te la pasas aquí guardada ocho horitas como una reina…

—Desde hace tres años que no tengo vacaciones.

—¿Cuántos años llevas aquí al mando de la fregona, Carmen? ¿Quince, veinte, veinticin…?

Mierda. El móvil. Ahora no.

—¿Tienes que ver el móvil…?

—No, no te preocupes, Pedro… Lueg…

—¡Coge el móvil, anda!

—Vale…

¡Mario!

—Es uno de mis hijos…

—Pues contéstale.

—Ya está, perdóname, Pedro…
—Una robotzuela no me pediría vacaciones…
—¿Sabes que el encargado de la zona de producción se ha comprado un arma?
—¿Qué…? Pe…
—Sí, una Remington… 870 Wing… Wingmonster. ¿Puede ser?
—Wingmaster, Carmen.
—¡Eso!
—Es una escopeta…
—¿No le habían diagnosticado episodios de esquizofrenia?

—¿Eh? Pues…

—Falsificó el examen médico para el permiso de su escopeta, Pedro. ¡Como si lo estuviera viendo!

—No pasa nada, Carmen. No creo que pase nad…
—Y ese chico nuevo, el que limpia los reactores.
—¿Felipe?
—¡Ese!
Mierda. El móvil.
—Por favor, Pedro… mis tres hijos y…
—Ufff…

—Ya está, Pedro. Mil disculpas. Es que un amigo de mis hij…
—¿Qué pasa con Felipe?
—Ah, sí… Pasa que yo creo que ese chico tiene un problema…
—¿Qué tipo de problema?
—Se la pasa viendo vídeos pornográficos…
—Vaya…
—Y supe que lo habían despedido de su anterior empleo porque acosó a una chica… ¿Te lo puedes creer, Pedro?
Móvil.
—Tranquila, todo estará bien… ¿Tus hijos otra vez?
—Sí, perdona…

—¿Ya?
—Sí. No… Por favor, dame un minuto…

—Pues sí, Pedro… La vida…

—¿Y has escuchado algo de Lucía, la de control de calidad?
—¿Eh? ¿De quién?

—Lucía…

—Ah… Mira, Pedro. Te voy a ser sincera. Esa chica no te conviene…
—¿Por qué?
—Me dijo que está a punto de pedir la baja por depresión, dice que no puede más con la cantidad de trabajo que tiene, que quiere tomarse un año sabático…
—¿Eso te dijo?
—Y que estáis a punto de pedir una hipoteca…
—Joder…
—Aléjate de ella, Pedro. Hazme caso…
—¿Va en serio lo de tus vacaciones?
—¡Y tan en serio! Hasta tengo los billetes comprados… Me voy a Brujas.
—¿Brujas?
—Sí, en Bélgica.
—Sé donde queda, Carmen.
—Pues yo pensaba que se llamaba así porque habían matado a brujas o algo así. No sé quién me lo contó…
—¿Y no?
—¡Qué va! Se llama así porque tienen muchos puentes. Bruj quiere decir puente y Brujas, puentes…
—¿Estás segura de eso, Carmen?
El móvil… Rubén.

—Ay, Pedro…
—Carmen, diles a tus hijos que necesitas vacaciones de ellos también…
—Ay, Pedro, Pedro… Si yo te contara…
—¿Y en la zona de envasado, todo bien?
—Pues fíjate que sí, incluso tenemos a una escritora.
—¿Cómo? ¿Quién?
—La chica jovencita, Marta. Así que no te sorprendas si salimos publicados en algún relato de concurso…
—Lo que me faltaba…
Mensaje…

—Ay… Pedro…
—¿Todo bien, Carmen?

—Los hijos, Pedro…

—Carmen, si quieres vacaciones, te tengo que enviar al paro…
—Me lo imaginaba…
—La cosa está muy mal…
—Pedro, no hace falta que me cuentes nada. Yo lo sé todo…
—¿Cuántos días serán?
—Quince días. O bueno, si me voy al paro da igual que sea el mes entero.
—Está bien.
—¿Pero me pagarás las horas extra esta vez?
—Carmen, seré claro contigo, si encuentro una robot que haga tu trabajo, ocupará tu puesto… Estás advertida.

—Pedro… Vuelvo en un mes. Y lo sabes… Gracias por tu atención…
—Carmen, espera…
—¿Sí?
—No vales tanto como tú te crees…
—Las de la limpieza no valemos por lo que hacemos, sino por lo que sabemos… ¡Hasta pronto, Pedro!

—Hola, Carmen. Recuerda que tu horario es de seis en punto de la tarde a diez de la noche, si no, estamos a tiempo de echar para atrás tu contrato indefinido… ¿Me escuchas? ¡¿Puedes dejar el móvil?!