La rata de Leganés

La rata de Leganés

Magerit

09/07/2022

        Todo encajaba como un reloj suizo, como una maquinaría precisa, como si un conjuro celta arcaico y mágico se hubiera producido mucho antes de los tiempos.

         Se levanto despacio, desayuno y se maquillo para la ocasión. La gran entrevista se iba a producir en el lujoso hotel Santo Mauro en Madrid, era el escenario perfecto, no se podía pedir más. Sus sueños y su vida giraban en torno a los grandes escenarios, los buscaba, los visualizaba y los atraía, «¡¡ qué suerte tienes !! » le decían… y ella pensaba » ¡¡ qué suerte busco !! .

         Aquella aventura comenzó mucho antes sin saberlo. Por motivos de la primera gran crisis del siglo XXI, salvaje e inhumana, tuvo que emigrar al norte, a Galicia concretamente siguiendo a su familia, la primera gran pasión de nuestra aventurera, la segunda era el trabajo. Como no podía ser de otra manera no tardo en acoplarse a su nueva situación, su versatilidad camaleónica y su personalidad no tardaron en hacer el resto. Teniendo a su hijo menor con ella enseguida se familiarizo con las mamas del colegio, los mayores de la Iglesia y los altos cargos del Ayuntamiento y los mentideros. Su sociabilidad hizo que se codeara con lo que ella consideraba lo más granado o al menos lo intentaba. Primero sembró y después cosechó.

          En sus ratos libres se dedicó a formarse y se apuntó a un curso del Inem. Allí conoció a una gallega con las características que le agradaban, educada, amable y elegante, esa elegancia natural de las personas con clase innata que tanto admiraba y sin saberlo había entrado en el círculo de las personas allegadas al » gran caballero gallego «, su amistad llego hasta tal punto, que cuando tuvieron que separarse, la amistad profunda y desinteresada se estrechó cada vez más y por supuesto, ya sabéis que los gallegos cuando les preguntan que hacia donde van, su discreción les impide hablar francamente, siempre contestan » depende» y piensas ¿ de que pende ?, La retranca gallega unida a la ironía madrileña es estupenda.

           Unos años más tarde, habiendo regresado a su Madrid natal y hastiada por la gran mole de cemento, recibió una llamada telefónica a modo de felicitación navideña incluyendo el gordo de navidad, la propuesta de trabajar para «el caballero». Su amiga gallega había hablado bien de ella y esa recomendación le abría las puertas de la elite de las Empleadas de hogar. Teniendo en cuenta que su formación venia de la administración de empresa, era poco más que bajar al subsuelo profesionalmente hablando, pero subiría al olimpo al codearse con la más poderosa de las familias españolas. No podía rechazar la oferta y decidió hacer la entrevista, no perdía nada, su trabajo en Madrid como administrativa la tenía saturada y no le importaba cambiar de aire y cambiar de profesión, con tal de conocer a las personas que tanto admiraba. La entrevista fue bien y pronto fue contratada, dejo su anterior trabajo y se embarcó en una nueva aventura. Le encantaban los retos y este era uno maravilloso.

          Pronto captarían sus habilidades, esa familia que pensaban que habían contratado a una cocinera al uso se encontraron con una todo terreno, sus responsabilidades empezaron a aumentar, sus trabajos cada vez más cualificados y la felicidad le embargaba.

           Todo absolutamente estaba a su cargo, pero con lo que ella no contaba era estar con una rata, una rata de Leganés, zafia, necia, astuta e impura.

           Los tigres siempre se han comido a las ratas, pero las ratas asustan a los elefantes y al final entro en pánico, un pánico invisible, impalpable, agotador. Cuando expreso su malestar, ya era tarde, ya estaba herida y acabo con su sueño de ser de la jet, se hizo trizas y se desmorono.

          Hoy sueña nuevamente, pero sabe que nunca volverá a trabajar con ratas. Prefiere ser un Elefante en un garaje.

«.

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