Y finalmente llegó el día…. Eran finales de 1984… La Sra. Marina se encontraba dormida en su habitación…. a media noche tuvo una pesadilla…. La que la hizo despertar, con su cuerpo trémulo y sudoroso, incrédula frente al si levantarse esa terrible pesadilla era realidad o ficción. Ella se vio como mendiga por la calle, pidiendo monedas para sobrevivir y llevando a la menor de sus hijas como un canguro….se vio llorar de manera inconsolable.

Salió a su lugar de trabajo… y ingresó, como lo hizo durante los últimos doce años, a las: 4:30 a.m. Todas las veinticinco oficinas que componían la Zona Principal estaban oscuras…… Como en un cuento de terror se escuchaban sonidos escalofriantes… pero había un solo lugar con luz de una bombilla encendida… ese era su lugar de trabajo. 

La Sra. Marina era “Conserje” de la oficina principal de correos nacionales. Sus mejores amigas eran: una gran olla donde hervía el agua para los tomadores de café, un colador de tela, que escasamente podía sostener juntando las dos manos, los veinticinco termos que la acompañan como un ejército cada día, unos tarros donde guardaba el café y el azúcar y que le llegaban a sus pantorrillas.   Recuerdo verla quemar muchas veces pasando el agua de la olla al colador o del colador a los termos, nunca la oí maldecir o quejarse solo ponerse crema para la pañalitis y evitar que se ampollaran sus heridas.  Nunca fue al médico, como tampoco reportó sus accidentes laborales.

Hoy, según decían los lengüilargos, era el último día de la Conserje como trabajadora de la empresa, hoy llegaría su reemplazo. Algunos decían que el nuevo conserje era más alegre y joven.

Mi oficina estaba frente a la cocina y vi como la Sra. Marina entre cada colada de café, derramaba sus incontenibles lagrimas sobre su celestial pócima, porque según ella, lo de su reemplazo, era una realidad ya conocida. Ese día la ella no pasó trago alguno, sirvió los tintos, inicio sus labores de aseo general y se sentó en su “oficina” frente a la gran olla posada en la estufa, ida…. sin decir una palabra por horas enteras.

Después del mediodía, llegaron unos caballeros preguntando por la Sra. Marina al ser indagada palideció, le pidieron que se retirara de la cocina y volviera una hora después.  Así lo hizo… salió para el baño cercano con un pañuelo llorando hasta mas no poder, había llegado su reemplazo!.

Cuando fue llamada nuevamente, le presentaron a su nueva compañera de aventuras y desventuras!, era una greca de café!, la nueva función de la Sra. Marina era incorporar el agua dentro del tanque interior e incluir el café molido para producir la bebida más intensa y sabrosa. Podía llenar los termos a través de la llave o grifo, sin tener que exponer su integridad.

Los compañeros de trabajo, pobladores de las otras oficinas, ese día, hicieron en forma ordenada una larga fila para degustar de tan maravilloso manjar, por unos instantes se olvidaron del posible nuevo estatus de su compañera: “desempleada”. Ella no pensó en sus querellas y sus pesares, más bien río, llamó a su casa a través del teléfono de cuerda que estaba en mi oficina, lloraba de emoción por el nuevo instrumento de trabajo, lloraba de pena por su próxima partida.  Invitó a sus compañeras a ver la nueva adquisición y les explicó una y otra vez…. se rían…. se asustaban por lo que hacía el nuevo artefacto y sin darse cuenta disfrutaban del tiempo libre de la Sra. Marina que le daba el uso de este nuevo aparato.

De un momento a otro incursionó en la cocina, sin mayor ruido, sin ser vista y observando feliz su nueva adquisición, la Gerente de la empresa.  Ya habiendo entrado en detalle sobre su funcionamiento, revisando el manual, tomando un café….saboreando su magnífico sabor…. Recuerdo que ingresó tímidamente a su despacho, me llamó por el teléfono interno: y me dijo: “….por favor dígale a la Sra. Marina que necesito hablar con ella…. Pero ya!”. 

Parecía que un espíritu hubiera invadido mi ser!  tuve un escalofrío que me quemó los huesos! Y con voz algo quebrada le dije a la Conserje: “Mi querida y bien pondera Compañera la doctora te necesita, ya! Y solté una sonrisa ligeramente nerviosa.”.  Ella soltó una taza que tenía en la mano, se llevó las manos a la cara, luego me abrazó y empezó a llorar sobre mis hombros!. “…Yo no quiero ir…que lo que me tenga que decir se lo diga a usted… usted le recibe la carta…” gritaba!.  Después de un rato se tranquilizó un poco, se limpió las manos con su delantal limpio, blanco, radiante… y con una valentía incuestionable se dirigió a la oficina de la Gerente. 

Después de un minuto escuche un grito, en ese momento no sabía si llamar al médico o a los bomberos, mi corazón comenzó a latir muy rápido sintiendo las palpitaciones en mi boca.  Vi como unos segundos después…… la Sra., Marina salió de la oficina bailando, tapándose la boca con el delantal para que no le saliera otro grito de emoción.  Consternada le pregunté qué había pasado ahí adentro y me dijo: “La Greca es mi nueva compañera de trabajo, va a trabajar con mis amigos los termos, y le cancelaron el contrato a la olla y al colador…”.

Mavo28/06/2022

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