Como el coronel Aureliano raspando el tarro del café, los recibos sobre la mesa, las facturas por pagar, mi esposa recordándome cuál despertador exacto las fechas de pago. «si no pagamos nos cortan el agua, la luz, el gas», esta es una historia que se repite día tras día, sin solución para muchos Colombianos desempleados ante tanta competencia, inequidad, ese umbral del trabajo y esa brecha que se convirtió en un paradigma. Ya son las tres de la mañana y el haberse puesto en pie no es la garantía de que «al que madruga Dios le ayuda», ha pasado por tantos empleos… Recuerda el primero el que comenzó a sus apenas 11 años, cargando ladrillo recordaba cuán se pelaban sus pequeñas manecitas, pero alegremente también recordaba que con el esfuerzo podía llevar el pan a sus hermanitos menores. Recordaba los juegos con el barro en aquella cantera y también recordaba las alcancías y juguetes que fabricaba para ganar otro centavo. Luego recordaba con lágrimas en los ojos y náuseas en su estómago ese trabajo a su recién entrada adultez pues el pobre no sufre de enfermedad ni sufre los sueños del adolescente, «el pobre no se enamora». Estaban los viejos en el ancianato y por recomendaciones pudo conseguir aquel trabajo, pensaba en sus hermanos. Cada día era un dilema llegaban de 2 a 3 nuevos y moría 1 cada semana, el lugar tenía tres pisos y también era ayudado por monjas españolas de misión. En el primer piso el sótano 1 se ponían los viejos más pobres, muchos de ellos abandonados de sus familias y con demencia senil añorando ver a sus hijos, lo triste era que también orinaban y defecaban sin control, quizás por los años, este pabellón era el de «los míones» y recordaba aquella vez que resbalando en esa porquedumbre su cara tocó el suelo con tal recibimiento de pisos diarreiquizados por comida podrida que habían ingerido aquellos pobres viejos. El segundo nivel no era para menos pues allí los ancianos eran los más enfermos postrados esperando la muerte entre llantos, gritos y lamentos y el toseo continuo día y noche, el primer piso daba con el límite de la calle decorado para beneplácitos políticos y gente rica las llamadas «damas rosadas», que algunas veces obsequiaban regalos al asilo a conveniencia o por apariencia. Se le retorcia el estómago más aun recordando la gente desalmada que abandonaba a sus padres y que arrojaba monedas para su cuidado. Proseguía al ritmo del recuerdo entretanto sorbia un poco de café con más sabor a óxido y con un trozo de pan duro como el corazón de los ricos. Entonces tomó el pan y lo introdujo en aquel café, recordó cuando fue panadero y gustosamente preparaba cada día la masa para tanto pan que lo dejaba exhausto sin aliento, el trabajo no era fácil, pero por lo menos no tenía que lavar ancianos ni limpiarle el culo a tanto extraño y menos arreglar cadáveres en el ataud. El consuelo le duraba poco pues con el precio de la harina y las elevadas alzas por importación no dejaba mucho para el sueldo de los trabajadores y muchas veces les pagaban con pan. Recorbada cada noche cuando estudiaba en la escuela nocturna con el objetivo de salir adelante, de ayudar en su casa sacar adelante a sus hermanos, ya que eran 6 y él al ser mayor tenía que dar ejemplo nunca comprendió por qué su madre soportaba a un hombre borracho que no le ofrecía nada en la vida y más aún no entendía porque ella lo amaba a tal punto de romperse las manos lavando ropa en una piedra a la orilla del río, y luego lo que recibía se lo daba a él para que siguiera bebiendo. El amor decía «nos hace hacer locuras «, hasta que se postró en cama enferma luego de los muchos golpes que el le propinó por no haberle tenido un plato de sopa, ese día se largo dejándola casi muerta, recordaba entonces cuando tuve el trabajo en la farmacia llevando mandados y leyendo de medicinas eso me dio sabiduría para salvar a mi madre ese día y prometerme que siempre la defendería y nunca la llevaría a un asilo.
Cuando su padre los abandono y su madre se recuperó se pusieron mejor las cosas, entre los 6 arreglaron la casa buscaron ladrillos, cemento, arena, tejas y se dispusieron casi 2 años trabajando consiguiendo los materiales para su objetivo, las 2 niñas ayudaban a su madre a cocinar y los varoncitos a todo tipo de oficios, meseros, panaderos, constructores, agricultores, jornaleros, secretarios, sacristanes y hasta cuenteros. Con el paso del tiempo del supuesto papá solo se supo que lo mató la guerrilla, nunca hiso nada en la vida «creo que fue por eso» por no hacer nada que lo mataron.
Con cada cambio de gobierno la vida más dura y con tantos oficios ya con estudio y experiencia mamado de «lamberle el culo a tanto político», con un trozo de pan y un café oxidado sacó mis logros, sacó mis títulos, saco la esencia del trabajo y quiero comenzar nuevamente allá en la finca de mi amor donde construimos nuestros primeros pasos y soñamos con hijos y conquistamos estratos entonces ya «acabo el café» ya recordé y reflexione ahora volveré a labrar mi campo, como veterinario y mi hermano agronomo volveremos a plantar semillas de paz serán las cosechas de la abundancia las que llenarán nuestras barrigas y dejaremos el odio y el trabajo por dinero, lo cambiaremos por el trabajo por amor. Ahora serán nuestros hijos pero con más oportunidades y sin la necesidad de «lamberle el culo a nadie» AHORA MIJA NOS VAMOS PA LA FINCA EL APARTAMENTO SE VENDE.
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