Y ahora soy escritora, no más fantasma

Y ahora soy escritora, no más fantasma

Ina

27/06/2022

Tenía veinticuatro años cuando comencé oficialmente a trabajar, ya que antes de esa edad lo que conocía por trabajo era ser niñera, y cuidar de vez en cuando un negocio familiar, un ciber. Tenía entre once a doce años cuando estaba el negocio familiar funcionando, y entre diecisiete y dieciocho cuando fui niñera. No fue fácil conseguir trabajo después de mi primera experiencia en la juguetería en la que trabajé; sí, fue el primer trabajo que tuve oficial y a tiempo completo; fue en diciembre, trabajé en un mes festivo. Solo me contrataron como vendedora por la jornada, nada más, y el pago fue al finalizar el mes de diciembre, antes del treinta y uno; me pagaron el treinta. Luego comenzando el nuevo año intenté trabajar como secretaria para una dependencia de una alcaldía, pero me di cuenta que no era lo mío, y tampoco era lo suficientemente buena para ellos, según sus comentarios; y todo bien, lo acepté y los respeté, porque la verdad no era lo que quería, no me sentía cómoda y el sueldo era muy bajo, más bajo que el salario mínimo de la época. Luego sin rendirme, continué buscando, y encontré trabajo en una librería, pero solo duré tres días, porque ya tenían los puestos ocupados. Yo había aplicado para vendedora y me pusieron como auxiliar de ventas y a llevar por Excel las cuentas de la librería; aunque lo hice bien, sin saber usar muy bien el Excel (me explicaron cómo usarlo), sin embargo, prescindieron de mí, porque me dijeron que realmente lo que necesitaban era a un contador. En fin, me fui de ahí, y logré gracias a una señorita muy agradable a quien conocí en la dependencia de la alcaldía, esta me recomendó con la dueña de una librería, la misma quedaba a seis minutos a pie de donde yo vivía en ese entonces. Soy amante de los libros, soy escritora hoy en día, así que, fue todo un sueño lograr trabajar en una librería, aunque tuve mis altibajos, pues me gustó. El salario era mínimo, pero la experiencia y lo cerca que quedaba de mi hogar lo valió.

Recuerdo que con el primer pago de la librería fui directo al supermercado del centro comercial en el que me encontraba, y compré:

  • Una pechuga de pollo
  • Un brócoli pequeño
  • Un Doritos de 185 g

Y creo que también me alcanzó para comprar algo de pan, y más nada; ahí se me fue una quincena completa. Fue la primera vez que hice una compra así, pagada con mi dinero. Con lo que gané como niñera, eso solo me alcanzaba para, tal vez, creo que un poco de pan y un par de snacks. Y de niñera no hice seguido, solo cuando me lo pedían, y fue por poco tiempo. En el negocio de mi familia, pues no trabajé, solo lo cuidaba mientras salían por unos minutos, por ejemplo, si necesitaban ir a buscar algo en la casa. Después de trabajar por tres meses en jornada escolar, la dueña de la librería prescindió de mí. Al año siguiente me puse a buscar trabajo, más de lo mismo, como vendedora, pero no encontraba en los lugares cercanos a mi hogar, no tenían puestos libres, así que decidí trabajar en lo que me gusta, como escritor, y lo logré, tuve mi primera entrevista de trabajo por Internet
y comencé como escritor fantasma, sin experiencia previa, aunque desde los quince años ya había comenzado a escribir; hice mi primera novela de 250 páginas a los quince años, y la terminé a los dieciséis. Nunca olvidaré el nombre de mi primera novela “La familia Good”; perdí ese libro, lo tenía guardado en Gmail, pero no sé qué pasó y lo perdí; después de eso, comencé a escribir un fanfiction de los Jonas Brothers, del mismo solo logré recuperar la mitad y lo usé en una historia en donde cedía el derecho de autor. Estuve trabajando casi por tres años para la persona que me contrató como escritor fantasma. No puedo quejarme, el pago era poco, pero tuve suerte, ya que a otros escritores, lo que le pagaban en esa época, según leí en Internet, pues era deplorable, y a mí con mi falta de conocimiento e incluso de gramática, porque tenía que mejorarla en algunos aspectos, aun así me dieron la oportunidad, y por eso estoy muy agradecida con el señor P. Luego hice artículos de 1000 palabras o más por un dólar, pero me explotaban. No querían subirme a dos dólares, pero me exigían más y más por el mismo monto. También escribí creepypasta; sí, como escritor fantasma, perdiendo todo derecho; no logré pegar ahí, no resultó. No paraba, seguía incursionando hasta que logré trabajar para una editorial, algo que deseaba con toda mi alma después de comenzar como escritor fantasma. Tuve una buena racha, no solo trabajaba, también estaba estudiando para mejorar como escritor; el pago era muy bueno, nada que ver con lo que ganaba como vendedora en la librería en la que estuve por tres meses, tampoco se comparaba con el sueldo al inicio con el señor P. En fin, estaba muy feliz, pero quería más, quería comenzar a vender mis historias sin perder el derecho de autor, y tener una entrada de dinero constante. Estuve un año con la editorial, pero no me fui porque quise, no, me fui, porque cambiaron las políticas de la empresa, comenzaron a contratar solo gente del país natal de la editorial, y bueno, continué. A los dos meses logré encontrar una empresa que presta servicio tipo editorial, y ahí tuve dos proyectos. Con ellos a diferencia de la empresa anterior, firmé contrato. Mi primer contrato, pero el trabajo exigía mucho más que el anterior; el pago era similar. En esta empresa no tuve más proyectos, porque se los daban a los escritores antiguos, y yo no pude manejarme bien en la parte de edición de textos. Hice un curso, y luego seguí mi camino.

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