Hora de Jubilar

Hora de Jubilar

Héctor González

20/06/2022

La revisión de caminos y carreteras era un trabajo perfecto, solo conducir y tomar fotos. Un poco tarde llegó, tras  cuarenta años laborando en diferentes empresas.

La camioneta pasaba a buscarme a las siete horas diez minutos de la mañana,  acostumbraba a llegar siempre con cinco minutos de antelación.

Esperaba y mientras lo hacía, observaba el paisaje cambiante de contornos oscuros a siluetas claras tras el telón del alba, los zorzales acompañaban siempre entonando canciones, el Peuco alerta en la rama más alta del antiguo pino que sombreaba la plaza; era su posición estratégica para cazar su desayuno transformado en una paloma o un duro gorrión. Al clarear el día, la ciudad sufre la metamorfosis diaria de volver a moverse somnolienta. Parejas apuran el tranco al verme parado con la mochila en la espalda.-¿pensarán que soy malo?.

Las personas encargadas de la mantención de la plaza, tomaban desayuno en un banco cercano; desde ahí levantaban su mano a modo de saludo cuando me veían llegar.

Llamaba poderosamente la atención una pareja de enamorados que conversaban diariamente en su auto estacionado, al principio solo los veía conversar. Es extraño a tan temprana hora disfrutándose mutuamente. Ella se ve joven, con una hermosa sonrisa a él no lo veo es ella la que ocupa mi curiosidad. Tienen un termo con café. desayunan juntos mientras conversan, imagino, de la vida, de sus trabajos, de sus parejas.

Absorto en esas observaciones veía llegar la camioneta haciendo señales de luces para recogerme. – ¡Buenos días!

El saludo y un apretón de manos. para continuar recorrido por los otros pasajeros. Angélica la secretaria, Miguel el asistente del ingeniero jefe y Carlos mi par. Todos los días de lunes a viernes a la misma hora los mismos personajes y el mismo camino.

En el desayuno hacíamos la conversación más suelta y amigable, estábamos solos, el jefe lo hace en su oficina; faltando cinco minutos para las ocho de la mañana tomábamos posiciones frente al escritorio para recibir la orden de trabajo de la jornada.

Angélica mujer valiente que llegó de Venezuela arrancando de la debacle política de ese país, ella nos trajo en su hablar la fuerza de la mujer venezolana que quiere tener un mejor pasar en esta tierra. Tiene miedo pánico al jefe, esto, la hace vulnerable en su labor. Miguel otro inmigrante asentado en nuestra tierra sufre la decepción de no poder demostrar lo que sabe, también, bajo la sombra del mismo personaje. Carlos, mi par, ganó su espacio a fuerza de paciencia y tesón; siento que es usado y abusado por su conocimiento de informática.

Lo mejor de este trabajo era cuando nos daban las tareas del día, mi jefe muy serio decía: – «Jóvenes hoy deben visitar los siguientes caminos número H-365, H-369, H.265, H-65, H-569, H-460 y H-541 ustedes hacen la ruta; hoy irán solos debo estar en una reunión». Alegría contenida y sonrisas cómplices esto significaba que trabajaríamos a nuestra pinta.

– Mi compañero preparaba los elementos de seguridad yo hacía la bitácora y preparaba el itinerario. – ¿Vamos? – ¡Vamos!

Sabíamos que en estas salidas eran la oportunidad de recorrer caminos rurales disfrutando de la naturaleza y los hermosos paisajes que de paso despertaban y acrecentaban aún más nuestra imaginación.

Angostos caminos de tierra con acequias por ambos lados. En algunos tramos debíamos conducir muy atentos para no caer en una ellas, poner en peligro nuestras vidas y las de otros que transitan por el lugar.

Vemos florecer cerezos, por un lado, manzanos o almendros por el otro lado del camino. Al cambiar de ruta aparecen viñedos. Subimos la montaña para encontrarnos con el río y la nieve que blanca nos saluda desde los picachos, la escarcha desde los costados del camino resbala una helada mirada.

Los campesinos a caballo o en bicicleta levantan su mano en señal de saludo o nos gritan ¡Hola pariente!

Nosotros gritamos ¡Hola Mañungo! y reímos mirando la cara de pregunta que queda dibujada en el rostro del lugareño.

Así era mi último trabajo, relajado, fresco, hermoso. El tiempo dijo ¡Alto! ya debes jubilar y así papeles van papeles vienen… ¡Listo! se acabó tu cuarto de hora a ¡Descansar!

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