Mi primer trabajo

Mi primer trabajo

Luis A.

17/06/2022

Me había retirado de la universidad, estaba en una etapa de indecisión, perdía interés de las cosas y el futuro no estaba en mis pensamientos. Todo lo que una mente inmadura puede concebir.

Al día siguiente a las 07:00 horas me fui a trabajar con mi amigo a un colegio en remodelación, el supervisor nos dijo que hiciéramos las zanjas para la instalación del drenaje, entonces empezamos la tarea, me dio una palana y mi amigo un pico. La tierra estaba tan compacta que avanzabamos lentamente, al poco tiempo el sudor empezó a correr por mi cara, mi amigo picaba la tierra y yo la sacaba con la palana. Ahora empiezo a picar la tierra, debo hacerlo lento para no cansarme rápido, respirando hondamente al alzar el pico y botando el aire al bajar, es un trabajo constante. Pasando un rato me empieza a quemar la espalda, me queman los brazos, siento el sudor correr por mi cara y caer gota a gota, siento correr el sudor por mi espalda, el cansancio se acentúa pero yo sigo a pesar del dolor, sigo constantemente, en mi mente parece una eternidad pero apenas han pasado unos minutos, me detengo a descansar, ahora mi amigo saca la tierra con la palana y yo siento un dolor en las manos, son llagas, no me había dado cuenta pero ahora las siento, mi amigo está igual; duelen, consigo un trapo y envuelvo mis manos, ahora me siento más cómodo, veo la hora y son 7:40 horas, apenas estamos empezando y ya quiero renunciar.

La tierra está muy compacta lo que dificulta nuestro trabajo, debemos hacer la zanja desde el portón de la parte de atrás del colegio, pasando la carretera de tierra.

Seguimos en el trabajo, ahora descansamos por tiempos más prolongados, viene el supervisor y nos reclama por no haber avanzado.

  • Ustedes no son para este trabajo- Nos recalcó.

Las 10:00 horas y el sol ya se estaba volviendo insoportable, quemaba mi espalda, pero en mi mente me decía -aguante hasta medio día nada más-, el pico era más cansado, ya no sentía el dolor, ya no sentía las manos, pero sí sentía mi corazón, retumbaba en mi cabeza, podía oírlo, cada palpitación era como un tambor, pum pum, pero seguía, me detenía para tomar agua, descansaba un minuto máximo dos y volvía.

Son las 11:00 horas y nos hemos tomado un largo descanso, las palabras del supervisor retumban en mi cabeza, ¡Este trabajo no es para ustedes!, es cierto, aún no llegamos a la mitad, la moral está baja, pensamos rendirnos, el sol allá en lo alto y nosotros acá en lo bajo sintiendo cómo nos quema, nos desmoraliza aún más, con el sol el cansancio se hace más fuerte, mis manos aunque envueltas en un trapo me arden por las llagas que están llenas de sudor.

Mi amigo me dice:

  • Hay que seguir, trabajaremos hasta las 13:00 horas.

Mi cuerpo suda para mantener su temperatura a 37 grados, el sudor cae por mi cara, se desliza por mi espalda, empapa mi ropa y nosotros seguimos, ahora descansamos más y trabajamos menos, al fin llega las 13:00 horas, pero la verdad siento vergüenza abandonar.

Le digo a mi amigo que tenemos que terminar, mi amigo con una sonrisa me dice:

  • Si quieres seguir sigamos entonces. Pero primero vamos a almorzar.

A las 14:00 horas continuamos con nuestro trabajo, el supervisor viene y nos mira, pensaba que ya nos habíamos retirado pero aún seguimos ahí, empiezo a darle con furia con el pico, la tierra va cediendo, golpeo con fuerza, la adrenalina invade mi cuerpo, no me quiero detener y sigo pegando con fuerza, con furia, respiro hondo y exhaló por la boca, cada embestida arranco la tierra, la despellejo, la domino, le doy forma y sigo con el dolor en mi espalda, con el retumbar de mi corazón, con mis brazos ardientes, con mis manos con llagas y con el sol en lo alto mirándome y divirtiéndose.

Cavamos y cavamos, la tierra cede, son las 15:30 horas y seguimos, descansamos y seguimos, tenemos una meta, es nuestro objetivo terminar, porque ya no es solo un trabajo, se nos ha metido por debajo de nuestra piel, esta sed de terminar lo que hemos empezado.

Seguimos con fuerza, como animales, con furia, el sol se está ocultando en el oeste y ahora es un aire fuerte que nos viene a golpear en la cara, eso nos da vitalidad, nos falta poco y la sed de victoria se siente, quiero saciarme con la victoria, son las 17:00 horas y los demás trabajadores se empiezan a ir, solo estamos quedando mi amigo y yo, nos falta tan poco que no podemos abandonar, viene el supervisor y nos empieza a dar ánimos.

  • Vamos muchachos ya les falta poco.

Seguimos, esta vez ya no descansamos, lo hacemos más rápido saboreando el triunfo, pico la tierra con fuerza, con astucia, como un escultor dándole forma a una estatua y la tierra cede, ya se rindió ante nosotros, la dominamos, ahora nos teme, con un suspiro termino de picar y mi amigo de sacar la tierra, al fin hemos terminado.

17:30 horas ya es tarde y el supervisor observa nuestro trabajo.

  • Muy bien muchachos, pensé que no lo iban a lograr, nadie quería hacer este trabajo porque la tierra estaba muy compacta, pero ustedes lo hicieron.

Nos pagó igual que a los demás pero no me importó, no fue por el dinero que terminé ese trabajo, fue por mi. De regreso a casa mi amigo y yo estábamos muy alegres por el trabajo realizado, y sintiendo con satisfacción los dolores del cuerpo, recordé la frase “el trabajo dignifica al hombre”, en ese momento me sentía digno. Me sentía digno de tener cualquier cosa porque había luchado por ello, pero también había algo más, me sentía digno de expresarme libremente, de decir las cosas que pienso y siento a las personas que quiero, porque también había ganado eso. Bueno, después de eso regresé a la universidad.

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